La novela negra está viviendo ahora una auténtica edad de oro.
En las primeras décadas del siglo pasado, la novela negra surgió con fuerza como reacción a las novelas de misterio y sobre todo como la única manera de hacer crítica social para las clases populares en los Estados Unidos de América. Los grandes nombres de este moviento Chandler, Hammet, Burnett dejaron paso a nuevas generaciones Macdonald, Thompson, Mc Bain, Westlake... hasta crear una corriente, un género fuerte pero con riesgo de repetirse. En los 90, y siguiendo el ejemplo de algunos precursores como Simenón, Montalbán, Sjowäll y Walhöö, el espacio geográfico y temático se amplió, y no sólo los Estados Unidos, Inglaterra y Francia tenían autores de novela negra sino también países como España, Italia, Suecia, Grecia, Escocia disfrutaban de sus narradores autóctonos con personalidad propia en Europa. Por otro lado, México, Sudáfrica, Cuba, Argentina, Israel... eran la demostración que el fenómeno se había extendido por todo el mundo.
Es por eso que ahora vivimos una edad de oro de este género, los autores no imitan clichés importados de los Estados Unidos o Europa occidental sino que a través de la literatura negra describen las entrañas, las cloacas y también las maravillas de su propia cultura.
Ahora autores como Mankell, Rankin, Lehane, Kerr, Block y Vargas llenan las librerías y se venden como rosquillas a un público amplio y fiel que aprecia estas obras.
En nuestro país el fenómeno es parecido al resto del mundo. Quizás existe un único pero que empaña este panorama: la edición de los clásicos indespensables para conocer la riqueza de este género. Autores como Ross Macdonald, Ed McBain, Bill Pronzini, Michael Collins, Sjowäll y Walhöö etc. no están editados como se merecen, algunos incluso no están editados en su totalidad y cuando se publican se repite la obra ya editada para evitar pagar el traductor y otros derechos. Creo que estamos en un momento en que las editoriales podrían plantearse hacer colecciones de autores y personajes clásicos y que el público respondería. Una biblioteca Lew Archer con sus 20 novelas y sus 2 ó 3 recoplilaciones de cuentos o una colección de la comisaría del Distrito 87 sería un acontecimiento y nos evitaría recorrer las librerías o bibliotecas del país buscando ediciones dispares, de diferentes épocas y que se deshacen en las manos.
Soñar no cuesta dinero pero me gustaría que este sueño no fuera eterno.
1 comentario:
Hola, soy Antonio. Mo Sweat, de Comic is art, al que he descubierto recientemente a cuenta del confinamiento, me ha recomendado tu blog por el tema de mi interés por la novela negra, más que el cómic, pero me interesa la relación entre ambas. Comienzo a leer tu blog, y seguro encontraré buenas ideas para una vez acabado el encierro retornar a librerías y bibliotecas.
No leo tanto como para opinar, más bien mi bagaje es reducido. Mi autor predilecto sin género de dudas es Simenon y su Maigret. Voy aprovisionándome poco a poco de toda su obra. Anteriormente tengo un gusto personal desde siempre por Chesterton y su Padre Brown. De España tengo ese mismo gusto personal por el Plinio de García Pavón. Vázquez Montalbán es mi preferido.
De lo moderno no tengo mucho conocimiento. La obra de Leonardo Padura y su Mario Conde es mi preferida. Fred Vargas la tengo casi a la par que a Padura.
De novela negra no tengo tampoco dudas, me quedo con David Goodis, aunque de joven me impactó mucho Chester Himes.
Vivo en Mislata, Valencia, y he tenido la suerte de tener una biblioteca pública bastante bien surtida de cómics, lo que me permitió engancharme a su lectura y conocer más a fondo el género. También tiene un buen catálogo de la mítica colección de novela negra en catalán "Seleccions de la cua de palla", donde supongo están un buen montón de títulos inencontrables en castellano. He leído bastantes títulos y descubierto a grandes maestros del género.
Como bien dices haría falta una reedición de autores clásicos con títulos originales, pero creo que esto no ha ocurrido.
Saludos.
Publicar un comentario