Me suele pasar; me entusiasmo tanto con un autor que me pulo su bibliografía en un suspiro. Michael Connelly es mi última obsesión. Me parece un autor capital en esto de la novela negra. Tiene tres o cuatro obras de las mejores que he leido, a saber: Hielo negro, El último coyote, Más oscuro que la noche... Me queda por leer Echo Park y las que no están traducidas aún. Indispensable.
Fred Vargas es otra de mis debilidades. Las novelas de esta escritora francesa parecen, al principio, una tomadura de pelo pero poco a poco (como les pasa a los personajes de sus novelas con los protagonistas) uno va conociendo sus manías y se va adentrando en su mundo disfrutando cada vez más de la extraordinaria singularidad de su universo. Dos de sus grandes obras son: Que se levanten los muertos y Bajo los vientos de Neptuno, aunque cualquier novela suya tiene mucho interés.
Un aspecto que une a estos dos autores tan diferentes es que sus personajes principales se preocupan por lo que les rodea, sobre todo las personas. Desde el comisario Adamsberg hasta el inspector Harry Bosch, pasando por los tres evangelistas o Terry McCaleb hay en esta gente una filantropía, un dolor por el mal ajeno que los convierten en conmovedores. A uno le cuesta olvidar al pregonero urbano de Que se levanten los muertos con su sincera preocupación por los supervivientes de los naufragios y como la contagia a quien lo escucha, por dar un ejemplo algo banal.
Robert Crais es quiza el menos interesante de los tres, pero también es el más antiguo. Estos 5 años de diferencia, respecto a los otros dos autores ya mencionados, se notan. Se notan en las resoluciones a mi gusto demasiado repletas de tiros y armas de combate. Sin embargo, a la vista de sus dos primeras novelas, este autor californiano compone tramas amenas y cuenta con dos personajes principales muy carismáticos: el detective Elvis Cole y su socio Joe Pike.
Por último y aunque no soy un fan de la saga del comisario Guido Brunetti, si he de reconocer que leo las novelas de Donna Leon cuando busco desengrasarme de lecturas más absorbentes. Su exceso de diálogos, la falta de profundidad en la trama y la simplicidad de los métodos que emplea el comisario para desentrañar los crímenes que se cometen en Venecia me alejan de esta autora. Sin embargo de vez en cuando tiene un ramalazo de auténtica rábia, de muy sana mala leche que la redimen (no debe ser fácil mantener un espíritu crítico en estos momentos en Italia) y la convierten en una auténtica escritora de novela negra. La mujer de sus sueños es uno de estos ramalazos, es imposible acabar este libro sin que a uno se le encoja el corazón.
Por cierto quien se pregunte por el tamaño de mi biblioteca le diré que es enorme, concretamente es del tamaño de la red de bibliotecas de la Diputació de Barcelona. Creo que es uno de los pocos servicios que funciona en este país, sea el que sea. Esperemos que dure.
No hay comentarios:
Publicar un comentario