A raiz de comprar el libro
David Mazzucchelli's Daredevil, Born Again. Artist's Edition he estado repasando sus páginas comparándolas con la edición
Daredevil, Born Again de
Forum de 1991 bastante fiel al comic book original. Es un ejercicio estético, artístico, de disfrute del arte de
David Mazzucchelli pero inevitablemente acabo leyendo algunas secuencias de la historia atrapado por la profundidad del guión.
La última vez que me ha pasado ha sido con el brevísimo pasaje en que
Melvin Potter - antiguo criminal rehabilitado gracias a
Matt Murdock y propietario de una tienda de vestuario profesional - se debate entre confeccionar un traje de
Daredevil a unos mafiosos que le han amenazado con quemarle su negocio si no se lo entrega o negarse a hacerlo porque sabe que este traje se utilizará con fines criminales. Su duda es angustiosa porque siente que ha de traicionar no sólo a la persona que admira sino también a la esencia de un mito que ha contribuido a mejorar su ciudad, su barrio, su vida. Pero la tienda también es su vida...
A contraluz el vigilante le saca de dudas.
-
Haz el traje Melvin, nadie resultará herido.
Reconfortado Potter le responde:
- Un placer oir su voz, Daredevil.
Y es que todo el mundo creía que Matt Murdock había desaparecido.
Ésta es la esencia de
Daredevil; su caracter solidario y al mismo tiempo mesiánico, espiritual y rabiosamente pegado a la realidad, religioso y laico a la vez. Nadie lo entendió mejor que
Frank Miller con todos sus matices, con todas sus ambigüedades, con una gran humanidad sin maniqueismos ni dogmatismos con todos los grises de la vida. Por eso emociona, por eso uno no puede dejar de leerlo, por eso cuando
Kingpin se lamenta de que su plan tan majestuosamente trazado ha fallado y:
-
No hay cadaver, no hay cadaver. No hay cadaver.
Uno no puede evitar sentir un escalofrío.
Al leerlo el lector no comparte la maldad del poderoso criminal pero entiende de forma diáfana sus motivaciones, asiste como espectador privilegiado a sus pensamientos que son humanos, malvados pero reales, de una forma que no se identifica con ellos pero los capta. Lejos del maniqueismo pero lejos también de la simpatía en este punto medio tan sutil que el propio
Alan Moore se lamentaba que no lo había encontrado en el caso de
Rorschach que había acabado erigiendose en el auténtico "héroe" de
Watchmen.
Por todo esto uno o puede más que lamentar el terrible momento artístico que está atravesando este gran autor norteamericano. Desde hace más de diez años no da pie con bola encadenando proyectos fallidos como los últimos álbumes de
Sin City o
300, con tramposas revisiones como
The Dark Knight strikes again a auténticas bazofias como
Holy Terror.
Como
Melvin Potter uno no puede sino desear volver a oir la voz del Miller auténtico, del escritor contudente pero humano, del guionista seco y lleno de matices, del autor polémico pero genial. Desgraciadamente esto es la vida real y para que esto suceda Miller tendría que volver a nacer. Mientras tanto nos consolaremos revisando una vez más obras como
Born Again y descubriendo en ella nuevos motivos para la emoción.
Por cierto, a la vista de los originales escaneados es sorprendente la calidad del arte tan rabiosamente clásico y experimental de
David Mazzucchelli. Personalmente me recuerda al mejor
Alberto Breccia de
Mort Cinder o
Sherlock Time y uno también no puede dejar de lamentarse de que el genio de Providence no se prodigue más en el medio.
Son algunas reflexiones que se me ocurren hojeando el
Artist's Edition de
Born Again.
Salut!